Escritos de lenin
Sin Teoría revolucionaria no hay práctica revolucionaria !
 
AMAUTA Revista Socio - Política
 
Dos Tácticas de la Socialdemocracia en la Revolución Democrática V. I. LENIN
Imprimir

II. Nueva "profundizacion" del problema
por el camarada Martínov

    Pasemos a los artículos de Martínov en los números 102 y 103 de Iskra. De suyo se entiende que no contestaremos a los intentos de Martínov de demostrar la falsedad de nuestra interpretación de una serie de citas de Engels y Marx y la justeza de la suya. Estas tentativas son tan poco serias, los subterfugios de Martínov son tan evidentes, la cuestión es tan clara, que no sería interesante detenerse en ellos una vez más Cualquier lector que piense, discernirá fácilmente los ardides ingenuos de Martínov en su retirada en toda la línea, sobre todo cuando sean publicadas las traducciones completas de los folletos Los bakuninistas en acción de Engels y Llamamiento del Consejo de la Liga de los Comunistas -- marzo de 1850 -- de Marx [33 ] , preparados por un grupo de colaboradores de Proletari. Bastará una sola cita del artículo de Martínov para hacer evidente al lector su retirada.

    Iskra "reconoce -- dice Martínov en el núm. 103 -- la formación de un gobierno provisional, como uno de los caminos posibles y convenientes para el desarrollo de la revolución, y niega la conveniencia de la participación de los socialdemócratas en un gobierno provisional burgués, precisamente en interés de la plena conquista ulterior de la máquina del Estado para la revolución socialista". Dicho en otras palabras : Iskra ha reconocido ahora la absurdidad de todos los temores que le inspiraban la responsabilidad del gobierno revolucionario por el Tesoro y los Bancos, el peligro y la imposibilidad de tomar en sus manos las "cárceles", etc. Pero Iskra continúa embrollando las cosas, como antes, al confundir la dictadura democrática y la dictadura socialista. Confusión inevitable para cubrir la retirada.

    Pero entre los confusionistas de la nueva Iskra, Martínov se destaca como confusionista de primera clase, como un confusionista de talento, si se puede permitir la expresión. Embrollando la cuestión en sus esfuerzos por "profundizarla", llega casi siempre a "forjarse" nuevas formulaciones, que revelan maravillosamente toda la falsedad de la posición ocupada por él. Recordad cómo en la época del economismo, él "profundizaba" a Plejánov y creaba con inspiración la fórmula "lucha económica contra los patronos y el gobierno". Sería difícil encontrar en toda la literatura de los economistas una expresión más feliz de toda la falsedad de esta tendencia. Y lo mismo es hoy. Martínov sirve con tesón a la nueva Iskra y casi siempre que toma la palabra nos da un nuevo y excelente material para apreciar la falsa posición neoiskrista. En el núm. 102 dice que Lenin "ha sustituido de una manera imperceptible los conceptos revolución y dictadura" (pág. 3, col. 2).

    A esta acusación se reducen, en esencia, todas las acusaciones de los neoiskristas contra nosotros. ¡Cuán agradecido le estamos a Martínov por esta acusación! ¡Qué servicio inapreciable nos presta en la causa de la lucha contra el neoiskrismo, formulando la acusación de esa manera! Decididamente, vamos a tener que pedir a la redacción de Iskra que lance más a menudo a Martínov contra nosotros, encargándole "ahondar" los ataques a Proletari y formularlos "desde el punto de vista de los puros principios". Pues cuanto más se esfuerza Martínov por fundamentar sus argumentos en los principios, peor lo hace y más palpablemente demuestra las fallas del neoiskrismo, con más éxito realiza sobre sí mismo y sobre sus amigos la útil operación pedagógica de reductio ad absurdum (de la reducción al absurdo de los principios de la nueva Iskra ).

    Vperiod y Proletari "sustituyen" el concepto de revolución por el de dictadura. A Iskra no le gusta esta "sustitución". ¡Precisamente es eso, honorabilísimo camarada Martínov! Usted ha dicho, sin habérselo propuesto, una gran verdad. Usted ha confirmado con una nueva formulación nuestra afirmación de que Iskra va a la cola de la revolución, se desvía hacia una formulación de las tareas de la revolución a lo Osvobozhdenie, mientras que Vperiod y Proletari dan consignas que llevan adelante la revolución democrática.

    ¿Usted no comprende esto, camarada Martínov? En vista de la importancia de la cuestión, nos esforzaremos en darle una explicación detallada.

    El carácter burgués de la revolución democrática se refleja, entre otras cosas, en el hecho de que toda una serie de clases sociales, grupos y capas, que se mantienen por completo sobre la base del reconocimiento de la propiedad privada y de la economía mercantil, incapaces de salir de estos marcos, llegan, por la fuerza de las cosas, a reconocer que la autocracia y todo el régimen feudal en general son inservibles, y se ad hieren a la reclamación de la libertad. Cabe señalar que el carácter burgués de esta libertad, exigida por la "sociedad", defendida por un torrente de palabras (¡solamente de palabras!) de los terratenientes y capitalistas, aparece cada vez más claro. Juntamente con esto, resulta cada vez más evidente la diferencia radical entre la lucha obrera por la libertad y la lucha burguesa, la diferencia entre el democratismo proletario y el democratismo liberal. La clase obrera y sus representantes conscientes van hacia adelante e impulsan hacia adelante esta lucha, no sólo sin temor a llevarla hasta el fin, sino tratando de ir mucho más allá de los límites más extremos de la revolución democrática. La burguesía es inconsecuente y egoísta, no aceptando las consignas de libertad más que de un modo incompleto e hipócrita. Todo intento de determinar con una línea especial, con "puntos" elaborados especialmente (como los puntos de la resolución de Starovier o de la de los conferencistas), los límites tras de los cuales comienza esta hipocresía de los amigos burgueses de la libertad, o, si se quiere, esta traición a la libertad por sus amigos burgueses, está infaliblemente condenado al fracaso, pues la burguesía, colocada entre dos fuegos (la autocracia y el proletariado), es capaz, por mil caminos y medios, de cambiar su posición y sus consignas, adaptándose un poco a la derecha y otro poco a la izquierda, traficando y recurriendo a malas tretas permanentemente. La tarea del democratismo proletario consiste, no en inventar estos "puntos" muertos, sino en una crítica incansable de la situación política en vía de desarrollo, en desenmascarar las inconsecuencias y las traiciones de la burguesía, siempre nuevas e imposibles de prever de antemano.

    Recordad la historia de las manifestaciones políticas del señor Struve en la literatura ilegal, la historia de la guerra de la socialdemocracia contra él, y veréis con toda evidencia cómo la socialdemocracia, campeón del democratísmo proletario, cumplía estas tareas. El señor Struve comenzó por formular una consigna, puramente a lo Shípov : "derechos y zemstvos investidos de poder" (ved mi artículo en Sariá [La Aurora ] : "Los perseguidores de los zemstvos y los Aníbales del liberalismo" [* ] ). La socialdemocracia lo desenmascaraba y lo empujaba hacia un programa netamente constituciona lista. Cuando estos "empujones" surtieron efecto, gracias a la .marcha particularmente rápida de los acontecimientos revolucionarios, la lucha se orientó hacia la siguiente cuestión del democratismo : no sólo una Constitución en general, sino sin faita sufragio universal igual, directo y secreto. Cuando "ocupamos" al "adversario" esta nueva posición (la aprobación del sufragio universal por la Unión de Emancipación), seguimos presionando, demostrando la hipocresía y la falsedad del sistema de dos cámaras, que el reconocimiento del sufragio universal por los elementos de Osvobozhdenie era incompleto, señalando en su monarquismo el carácter mercantilista de su democratismo, o, dicho en otras palabras, el comercio con pérdidas ejercido con los intereses de la gran revolución rusa por los elementos de Osvobozhdenie, estos héroes de la bolsa de oro.

    En fin, la salvaje terquedad de la autocracia, los progresos gigantescos de la guerra civil, la situación sin salida a que habían llevado a Rusia los monárquicos, empezaron a accionar hasta sobre los cerebros más rutinarios. La revolución se convertía en un hecho. Para reconocer la revolución no hacía falta ya ser un revolucionario. El gobierno autocrático se descomponía de hecho y sigue descomponiéndose a la vista de todos. Como ha señalado con razón un liberal (el señor Gredeskul) en la prensa legal, se ha creado de hecho un estado de insubordinación frente al gobierno existente. A pesar de toda su aparente fortaleza, la autocracia ha resultado ser impotente, los acontecimientos de la revolución en desarrollo han empezado simplemente a apartar a un lado este organismo parasitario que se descompone en vida. Obligados a basar su actividad (o, más exactamente, sus trapicheos políticos) sobre determinadas relaciones que se están estableciendo de hecho, los burgueses liberales han empezado a llegar a la necesidad de reconocer la revolución. Hacen esto, no porque sean revolucionarios, sino a pesar de que no son revolucionarios. Lo hacen por necesidad y contra su voluntad, viendo con cólera los éxitos de la revolución, acusando de revolucionsrismo a la autocracia, que no quiere transacciones, sino la lucha a vida o muerte. Negociantes por naturaleza, odian la lucha y la revolución, pero las circunstancias les obligan a colocarse en el terreno de la revolución, puesto que no hay otro terreno bajo sus pies.

    Nosotros asistimos a un espectáculo altamente edificante y altamente cómico. Las prostitutas del liberalismo burgués intentan cubrirse con la toga del revolucionarismo. ¡Los elementos de Osvobozhdenie -- risum teneatis, amicil* -- ¡los elementos de Osvobozhdenie empiezan a hablar en nombre de la revolución! ¡¡¡ Los elementos de Osvobozhdenie empiezan a asegurar que ellos "no temen la revolución" (el señor Struve, en el número 72 de Osvobozhdenie )!!! ¡¡¡Los elementos de Osvobozhdenie expresan la pretensión de "ponerse a la cabeza de la revolución"!!!

    Este es un fenómeno extraordinariamente significativo, que caracteriza no sólo el progreso del liberalismo burgués, sino, aún más, el progreso de los éxitos reales del movimiento revolucionario, que obliga a que lo reconozcan. Hasta la burguesía comienza a sentir que es más conveniente colocarse en el terreno de la revolución -- hasta tal punto se tambalea la autocracia --. Pero, de otra parte, este fenómeno, que testimonia el ascenso de todo el movimiento a una fase nueva, superior, plantea ante nosotros tareas también nuevas, también de orden superior. El reconocimiento de la revolución por la burguesía no puede ser sincero, independientemente de la honestidad personal de este o del otro ideólogo de la burguesía. La burguesía no puede dejar de aportar también a esta fase superior del movimiento su egoísmo y su inconsecuencia, su mercantilismo y sus mezquinas estratagemas reaccionarias. Nosotros debemos ahora formular de otra manera las tareas concretas inmediatas de la revolución en nombre de nuestro programa y para el desarrollo de nuestro programa. Lo que ayer era bastante, hoy es insuficiente. Es posible que ayer fuera bastante, como consigna democrática de vanguardia, exigir el reconocimiento de la revolución. Ahora, esto es poco. La revolución ha obligado hasta al señor Struve a reconocerla. Ahora, de la clase de vanguardia se exige determinar exactamente el contenido mismo de las tareas inmediatas e imperiosas de esta revolución. Los señores Struve, al reconocer la revolución, enseñan una vez más la punta de sus orejas de burro, entonando de nuevo la vieja cantinela de la posibilidad de un desenlace padfico, de que Nicolás llame al Poder a los señores de Osvobozhdenie, etc., etc. Los señores de Osvobozhdenie reconocen la revolución con el fin de escamotearla, de traicionarla con menos riesgo. Nos incumbe ahora indicar al proletariado y al pueblo entero la insuficiencia de la consigna "revolución", mostrar la necesidad de una definición clara y sin equívocos, consecuente y decidida del contenido mismo de la revolución. Y esta definición constituye la única consigria capaz de expresar justamente la "victoria decisiva" de la revolución, la consigna : dictadura revolucionaria democrática del proletariado y de los campesinos [ 34] .

    El abuso de las palabras es el fenómeno más corriente en política. Por ejemplo, en más de una ocasión se llamaron "socialistas" los partidarios del liberalismo burgués inglés ("ahora todos somos socialistas" -- "We all are socialists now" --, dijo Harcourt), los partidarios de Bismarck y los amigos del Papa León XIII. La palabra "revolución" también sirve perfectamente para que se abuse de ella y en determinada fase del desarrollo del movimiento ese abuso es inevitable. Cuando el señor Struve se puso a hablar en nombre de la revolución nos acudió a la memoria Thiers. Pocos días antes de la revolución de febrero, aquel enano monstruoso, intérprete ideal de la venalidad política de la burguesía, barruntaba la cercanía de la tempestad popular. Y declaró desde la tribuna parlamentaria que él ¡pertenecía al partido de la revolución! (Véase La guerra civil en Francia, de Marx[35]) La significación política del paso de Osvobozhdenie al partido de la revolución es absolutamente idéntica a este "paso" de Thiers. Cuando los Thiers rusos se ponen a hablar de su pertenencia al partido de la revolución eso quiere decir que la consigna de revolución se ha hecho insuficiente, que no dice nada, que no fija ninguna tarea, pues la revolución es un hecho y acuden a su lado los elementos más heterogéneos.

    En efecto, ¿qué es la revolución desde el punto de vista del marxismo? La ruptura violenta de la superestructura política anticuada, cuyo antagonismo con las nuevas relaciones de producción ha provocado en determinado momento su hundimiento. El antagonismo entre la autocracia y todo el régimen de la Rusia capitalista, y todas las demandas de su desarrollo democrático-burgués, provoca ahora un hundimiento tanto más fuerte cuanto más tiempo se vaya manteniendo artificiosamente ese antagonismo. La superestructura se desgarra por todas sus costuras, cede a la presión, se debilita. El pueblo se ve en la precisión de crear él mismo, por medio de los representantes de las más distintas clases y grupos, una nueva superestructura. En un momento determinado del desarrollo, la inutilidad de la vieja superestructura se hace evidente para todos. Todos reconocen la revolución. La tarea consiste ahora en determinar qué dases precisamente y cómo precisamente deben construir la nueva superestructura. ¡Sin esa definición, la consigna de revolución en el momento presente es una consigna vacía y sin sentido, pues la debilidad de la autocracia hace "revolucionarios" incluso a los príncipes y a Moskovskie Védomost [ 36] ! Sin esa definición no se puede ni hablar de las tareas democráticas avanzadas de la clase de vanguardia. Y esa definición es concretamente la consigna de dictadura democrática del proletariado y de los campesinos. Esta consigna define, tanto a las clases en las cuales pueden y deben apoyarse los nuevos "constructores" de la nueva superestructura como su carácter (dictadura "democrática" a diferencia de la socialista) y el método de construir (dictadura, esto es, aplastamiento por la violencia de la resistencia violenta, armamento de las clases revolucionarias del pueblo), Quien no reconozca ahora esta consigna de dictadura democrática revolucionaria, la consigna de ejército revolucionario, de gobierno revolucionario, de comités campesinos revolucionarios, no comprende en absoluto las tareas de la revolución, no sabe determinar sus nuevas y supremas tareas planteadas por el momento actual, o bien engaña al pueblo, traiciona la revolución, abusa de la consigna de "revolución".

    El primer caso es el del camarada Martínov y sus amigos. El segundo caso es el del señor Struve y todo el partido "demócrata constitucionalista" de los zemstvos.

    ¡El camarada Martínov ha sido tan sagaz e ingenioso que ha lanzado la acusación de que "se sustituyen" los conceptos revolución y dictadura precisamente cuando el desarrollo de la revolución exige que se definan sus tareas con la consigna de dictadura! En realidad, el camarada Martínov ha tenido otra vez la desgracia de quedarse a la cola, de atascarse en el penúltimo peldaño, de situarse al nivel de la tendencia de Osvobozhdenie, pues el reconocimiento (de palabra) de la "revolución" y la negativa a reconocer la dictadura democrática del proletariado y de los campesinos (es decir, la revolución en la práctica) concuerdan ahora precisamente con la posición política de Osvobozhdenie, esto es, con los intereses de la burguesía monárquica liberal. La burguesía liberal dicf ahora, por boca del señor Struve, que está por la revolución. El proletariado consciente exige, por boca de los socialdemócratas revolucionarios, la dictadura del proletariado y de los campesinos. Y aquí tercia en la polémica el sabihondo de la nueva Iskra gritando : ¡no oséis "sustituir" los conceptos revolución y dictadura! Pues bien, ¿acaso no es verdad que la falsedad de la posición de los neoiskristas les condena a arrastrarse constantemente a la cola de la tendencia de Osvobozhdenie?

    Hemos demostrado que los elementos de Osvobozhdenie suben uno a uno (no sin la ínfluencia de los empujones estimulantes de la socialdemocracia) los escalones que conducen hacia el reconocimiento del democratismo. Al principio, la cuestión objeto de nuestra discusión con ellos era : ¿táctica a lo Shípov (derechos y zemstvos investidos de Poder) o constitucionalismo? Después : ¿sufragio restringido o sufragio universal? Después : ¿reconocimiento de la revolución o componenda mercantil con la autocracia? Por fin, ahora : ¿reconocimiento de la revolución sin dictadura del proletariado y de los campesinos o reconocimiento de la reivindicación de la dictadura de estas clases en la revolución democrática? Es posible y probable que también los elementos de Osvobozhdenie (estos de ahora o sus sucesores en el ala izquierda de la burguesía democrática, es igual) asciendan un escalón más, es decir, admitan también con el tiempo (tal vez cuando el camarada Martínov suba otro escalón) la consigna de la dictadura. Y esto será incluso inevitable si la revolución rusa marcha adelante con éxito y llega hasta la victoria decisiva. ¿Cuál será entonces la posición de la socialdemocracia? La victoria completa de la revolución actual será el fin de la revolución democrática y el comienzo de la lucha decisiva por la revolución socialista. La satisfacción de las reivindicaciones de los campesinos de nuestros días, el aplastamiento completo de la reacción, la conquista de la república democrática marcarán el fin completo del revolucionismo de la burguesía e incluso de la pequeña burguesía, saá el comienzo de la verdadera lucha del proletariado por el socialismo. Cuanto más completa sea la revolución democrática, tanto más rápida y ampliamente, más neta y resueltamente se desplegará esta nueva lucha. La consigna de dictadura "democrática" expresa precisamente el carácter histórico limitado de la actual revolución y la necesidad de una nueva lucha sobre la base de un nuevo orden de cosas, por la liberación total de la clase obrera de todo yugo y de toda explotación. Dicho de otra manera, cuando la burguesía democrática o la pequeña burguesía ascienda un escalón más, cuando sea un hecho no sólo la revolución, sino la victoria completa de la revolución, entonces "sustituiremos" (quizá en medio de los gritos de horror de los futuros nuevos Martínov) la consigna de la dictadura democrática por la consigna de la dictadura socialista del proletariado, es decir, de la revolución socialista completa.

_______________________

* Véase V. I. Lenin, Obras Completas, t. V. (N. de la Red.)
* ¡Contened la risa, amigos!

Enlaces : Amauta Patria Roja FSLN PC Chile Granma Patria Grande Prensa latina Sutep Antiapec Rebelion
Alca abajo Los pobres de la tierra CADTM Chile vive Accion latina