Para caracterizar las "relaciones" de un gran banco moderno, Riesser suministra datos sobre el número de cartas enviadas y recibidas por la "Sociedad de Descuento" ("Disconto-Gesellschaft"), uno de los bancos más importantes de Alemania y de todo el mundo (su capital ascendía, en 1914, a 300 millones de marcos) :
Años |
Número de cartas recibidas |
Número de cartas remitidas |
1852 |
6,135 |
6292 |
1870 |
85,800 |
87,513 |
1900 |
533,102 |
626,043 |
|
En el gran banco parisién "Crédit Lyonnais", el número de cuentas corrientes, que en 1875 era de 28.535, pasó a 633.539, en 1912*.
Estas simples cifras muestran, quizá con mayor evidencia que largos razonamientos, cómo la concentración del capital y el aumento del giro de los bancos transforman radicalmente la importancia de estos últimos. Los capitalistas dispersos vienen a formar un capitalista colectivo. Al llevar una cuenta corriente para varios capitalistas, el banco, al parecer, realiza una operación puramente técnica, únicamente auxiliar. Pero cuando esta operación crece en proporciones gigantescas, resulta que un puñado de monopolistas subordina las operaciones comerciales e industriales de toda la sociedad capitalista, obteniendo la posibilidad -- por medio de sus relaciones bancarias, de las cuentas corrientes y otras operaciones financieras --, primero, de enterarse con exactitud del estado de los negocios de los distintos capitalistas, y, después, de controlarlos, de ejercer influencia sobre ellos mediante la ampliación o la restricción del crédito, facilitándolo o dificultándolo y, finalmente, de determinar enteramente su destino, de determinar su rentabilidad, de privarles de capital o de permitirles acrecentarlo rápidamente y en proporciones inmensas, etc.
Acabamos de aludir al capital de 300 millones de marcos de la "Sociedad de Descuento" de Berlín. Este aumento del capital de dicha sociedad fue uno de los episodios de la lucha por la hegemonía entre los dos bancos berlineses más importantes : el "Banco Alemán" y la "Sociedad de Descuento".
En 1870, el primero, todavía un novato, no contaba más que con un capital de 15 millones, mientras que el del segundo se elevaba a 30 millones. En 1908, el primero tenía un capital de 200 millones; el del segundo era de 170 millones. En 1914, el primero elevó su capital a 250 millones; el segundo, mediante la fusión con otro banco importantísimo, la "Alianza Bancaria de Schaffhausen", a 300 millones. Y, naturalmente, esta lucha por la hegemonía se desarrolla paralelamente a los "acuerdos", cada ve~ más frecuentes y más sólidos, entre los dos bancos. He aquí a qué conclusiones hace llegar este desarrollo de los bancos a los especialistas en cuestiones bancarias, que examinan los problemas económicos desde un punto de vista que no va más allá, ni mucho menos, de los límites del reformismo burgués más moderado y puntual :
"Los demás bancos seguirán el mismo camino -- decía la revista alemana 'Die Bank', con motivo de la elevación del capital de la 'Sociedad de Descuento' a 300 millones --, y los trescientos individuos que en el momento actual rigen los destinos económicos de Alemania se verán reducidos con el tiempo a 50, 25 0 menos. No hay que esperar que el movimiento moderno de concentración quede circunscrito a los bancos. Las estrechas relaciones entre diferentes bancos conducen asimismo, de un modo natural, al acercamiento entre los sindicatos de industriales que se hallan protegidos por estos bancos. . . Un buen día nos despertaremos, y ante nuestros ojos asombrados no habrá más que trusts, y nos hallaremos en la necesidad de reemplazar los monopolios privados por los monopolios de Estado. Y, sin embargo, en realidad, nosotros no tendremos nada que reprocharnos, a no ser el haber dejado que la marcha de las cosas se desarrollara libremente, acelerada un poco por el uso de las acciones"*.
He aquí un ejemplo de la impotencia del periodismo burgués, del cual la ciencia burguesa se distingue sólo por una menor franqueza y por la tendencia a velar la esencia de las cosas, a ocultar el bosque tras los árboles. "Asombrarse" de las consecuencias de la concentración, hacer "reproches" al gobierno de la Alemania capitalista o a la "sociedad" capitalista ("nosotros"), temer la "aceleración" de la concentración como consecuencia de la introducción de las acciones, del mismo modo que un especialista alemán en cartels, Tschierschky, teme los trusts norteamericanos y "prefiere" los cartels alemanes, porque, según él, no son tan susceptibles "de acelerar de un modo tan excesivo como los trusts el progreso técnico y económico"[*], ¿no es todo esto una prueba de impotencia?
Pero los hechos no dejan de ser hechos. En Alemania no hay trusts, sino "solamente" cartels, pero dirigen el país no más de 300 magnates del capital, y su número disminuye sin cesar. Los bancos, en todo caso, en todos los países capitalistas, cualquiera que sea la diferencia entre las legislaciones bancarias, intensifican y aceleran enormemente el proceso de concentración del capital y de constitución de monopolios.
"Los bancos crean en escala social la forma, y nada más que la forma, de la contabilidad general y de la distribución general de los medios de producción", escribía Marx, hace medio siglo, en "El Capital" (trad. rusa, t. III, parte II, pág. 144). Los datos que hemos reproducido referentes al incremento del capital bancario, al aumento del número de oficinas de cambio y sucursales de los bancos más importantes, de sus cuentas corrientes, etc., nos muestran concretamente esa "contabilidad general" de toda la clase de los capitalistas y aun no sólo de los capitalistas, pues los bancos recogen, aunque no sea más que temporalmente, toda clase de ingresos monetarios de los pequeños propietarios, de los funcionarios, de la reducida capa superior de los obreros, etc. La "distribución general de los medios de producción" : he aquí lo que brota, desde el punto de vista formal, de los bancos modernos, de los que los más importantes en número de 3 a 6 en Francia, y de 6 a 8 en Alemania, disponen de miles y miles de millones. Pero, por su contenido, esa distribución de los medios de producción no es "general", ni mucho menos, sino privada, esto es, conforme a los intereses del gran capital, y, en primer lugar, del capital monopolista más grande, el cual obra en unas condiciones en las que la masa de la población vive semihambrienta; condiciones en las que todo el desarrollo de la agricultura se retrasa irremediablemente con respecto al de la industria, una parte de la cual, la "industria pesada", percibe un tributo de todas las demás ramas industriales.
En lo que se refiere a la socialización de la economía capitalista, empiezan a competir con los bancos las cajas de ahorro y los establecimientos postales, los cuales son más "descentralizados", es decir, atraen al círculo de su influencia a un número mayor de localidades, a un número mayor de puntos recónditos, a sectores más vastos de la población. He aquí los datos recogidos por la comisión norteamericana encargada de investigar el desarrollo comparado de los depósitos en los bancos y en las cajas de ahorro:[*]
DEPOSITOS (EN MILES DE MILLIONES OF MARCOS) |
|
Inglaterra |
Francia |
Alemania |
En los bancos |
En la s cajas de ahorro |
En los bancos |
En las cajas de ahorro |
En los bancos |
En las sociedades de crédito |
En las cajas de ahorro |
1880 |
8,4 |
1,6 |
? |
0,9 |
0,5 |
0,4 |
2,6 |
1888 |
12,4 |
2,0 |
1,5 |
2,1 |
1,1 |
0,4 |
4,5 |
1909 |
23,2 |
4,2 |
3,7 |
4,2 |
7,1 |
2,2 |
13,9 |
|
Las cajas de ahorro, que pagan el 4 y el 4 1/4% a los depositarios, se ven obligadas a buscar la manera de colocar de un modo "remunerativo" sus capitales, lanzarse a operaciones sobre las letras de cambio, las hipotecas y otras. Las fronteras existentes entre los bancos y las cajas de ahorro "van desapareciendo cada vez más". Las Cámaras de Comercio de Bochum y de Erfurt, por ejemplo, exigen que se "prohiba" a las cajas de ahorro realizar operaciones "puramente" bancarias, tales como el descuento de letras; exigen la limitación de la actividad "bancaria" de los establecimientos postales* Los magnates bancarios temen verse alcanzados por el monopolio del Estado cuando menos lo esperen. Pero, naturalmente, dicho temor no va más allá de los límites de la competencia entre dos jefes de despacho de una misma cancillería, porque de un lado, son de hecho, y al fin y al cabo, esos mismos magnates del capital bancario los que disponen de los miles de millones que constituyen el capital de las cajas de ahorro, y, de otro lado, el monopolio del Estado en la sociedad capitalista no es más que un medio de elevar y asegurar los ingresos de los millonarios que están a punto de quebrar en tal o cual rama de la industria.
La sustitución del viejo capitalismo, en el cual reina la Iibre concurrencia, por el nuevo capitaíismo, en el que domina el monopolio, se expresa, entre otras cosas, por la disminución de la importancia de la Bolsa.
"Hace ya tiempo -- dice la revista 'Die Bank' -- que la Bolsa ha dejado de ser el intermediario necesario de la circulación, como ío era antes, cuando los bancos no podían todavía colocar la mayor parte de sus emisiones entre sus clientes"[*].
"<<Todo banco es una Bolsa>>. Este aforismo moderno es tanto más justo cuanto más grande es el banco, cuanto mayores son los éxitos de la concentración en los negocios bancarios"[**]. "Si antes, en los años del 70, la Bolsa, con sus excesos de juventud" [alusión "delicada" al crac bolsista de 1873, a los escándalos de Gründer[6], etc.], "abrió la época de la industrialización de Alemania, en el momento actual los bancos y la industria 'se las pueden arreglar de un modo independiente'. La dominación de nuestros grandes bancos sobre la Bolsa . . . no es otra cosa que la expresión de la organización completa del Estado industrial alemán. Si se restringe de este modo el campo de acción de las leyes económicas que funcionan automáticamente y se ensancha extraordinariamente el de la regulación consciente a través de los bancos, aumenta así en proporciones gigantescas la responsabilidad por la economía nacional de unas cuantas cabezas dirigentes", dice el profesor alemán Schulze-Gaevernitz***, apologista del imperialismo alemán, quien es considerado como una autoridad por los imperialistas de todos los países y que se esfuerza en disimular una "pequeñez", a saber, que esa "regulación consciente" a través de los bancos se basa en el despojo del público por un puñado de monopolistas "completamente organizados". La tarea del profesor burgués consiste no en poner al des cubierto todo el mecanismo y en desenmascarar todas las artimañas de los monopolistas bancarios, sino en embellecerlos.
Del mismo modo, Riesser, economista y financiero más prestigioso todavía, sale del paso por medio de frases que no dicen nada, con respecto a hechos que es imposible negar :
"La Bolsa va perdiendo cada día más la cualidad, absolutamente indispensable para toda la economía y para la circulación de los valores, no sólo de ser el instrumento más fiel de evaluación, sino también el regulador casi automático de los movimientos económicos que convergen hacia ella"[*].
En otros términos : el viejo capitalismo, el capitalismo de la libre concurrencia, con su regulador absolutamente indispensable, la Bolsa, pasa a la historia. En su lugar, ha aparecido el nuevo capitalismo, que tiene los rasgos evidentes de un fenómeno transitorio, que representa una especie de mescolanza de la libre concurrencia y del monopolio. Surge de un modo natural la pregunta : ¿a qué tiende la "transición" de este nuevo capitalismo? Pero los sabios burgueses tienen miedo de hacerse esta pregunta.
"Treinta años atrás, los empresarios que competían libremente entre sí realizaban las 9/10 de la labor económica que no pertenece a la esfera del trabajo físico de los "obreros". En la actualidad, son los funcionarios los que realizan las 9/10 de esa labor económica intelectual. Los bancos se hallan al frente de esta evolución"**.
Esta confesión de Schulze-Gaevernitz lleva una y otra vez a la cuestión de saber a qué tiende esta transición del nuevo capitalismo, del capitalismo en su fase imperialista.
Entre el reducido número de bancos que, como consecuencia del proceso de concentración, se queda al frente de toda la economía capitalista, se observa y se acentúa cada día más, como es natural, la tendencia a llegar a un acuerdo monopolista, al
trust de los bancos. En los Estados Unidos, no son nueve, sino
dos grandes bancos, de los multimillonarios Rockefeller y Morgan, los que dominan sobre un capital de 11.000 millones de marcos*. En Alemania, la absorción, a que hemos aludido antes,
de la "Alianza Bancaria Schaffhausen" por la "Sociedad de Descuento", provocó las siguientes reflexiones por parte del periódico de los intereses bursátiles, la "Gaceta de Francfort"[7] :
"Con el incremento de la concentración de los bancos, se restringe el círculo de instituciones a las cuales uno se puede dirigir en demanda de crédito, como consecuencia de lo cual aumenta la dependencia de la gran industria con respecto a un reducido número de grupos bancarios. Como resultado de la estrecha relación entre la industria y el mundo financiero, la libertad de movimiento de las sociedades industriales que tienen necesidad del capital bancario se ve restringida. Por eso, la gran industria asiste con cierta perplejidad a la trustificación de los bancos (unificación o transformación en trusts), cada día más intensa; en efecto, a menudo se ha podido observar el germen de acuerdos determinados entre los consorcios de grandes bancos, acuerdos cuya finalidad es limitar la competencia"[*].
Una y otra vez más se ve que la última palabra en el desarrollo de los bancos es el monopolio.
En cuanto a la estrecha relación existente entre los bancos y la industria, es precisamente en esta esfera donde se manifiesta, acaso con más evidencia que en ninguna otra parte, el nuevo papel de los bancos. Si el banco descuenta las letras de un empresario, le abre una cuenta corriente, etc., esas operaciones, consideradas aisladamente, no disminuyen en lo más mínimo la independencia de dicho empresario y el banco no pasa de ser un modesto intermediario. Pero si estas operaciones son cada vez más frecuentes e importantes, si el banco "reúne" en sus manos inmensos capitales, si las cuentas corrientes de una empresa permiten al banco -- y es así como sucede -- enterarse, de un modo cada vez más detallado y completo, de la situación económica de su cliente, el resultado es una dependencia cada día más completa del capitalista industrial con respecto al banco.
Paralelamente se desarrolla, por decirlo así, la unión personal de los bancos con las más grandes empresas industriales y comerciales, la fusión de los unos y de las otras por la posesión de las acciones, la entrada de los directores de los bancos en los consejos de vigilancia (o administración) de las empresas industriales y comerciales, y viceversa. El economista alemán Jeidels ha reunido datos muy detallados sobre esta forma de concentración de los capitales y de las empresas. Seis grandes bancos berlineses estaban representados, por sus directores, en
344 sociedades industriales, y por los miembros de sus consejos de administración, en otras
407, o sea, en total,
751 sociedades. En
289 sociedades tenían a dos de sus miembros en los consejos de administración u ocupaban en ellos la presidencia. Entre esas sociedades mercantiles e industriales hallamos las ramas industriales más variadas : compañías de seguros, vías de comunicación, restoranes, teatros, industria artística, etc. Por otra parte, en los consejos de administración de esos seis bancos había (en 1910) 51 grandes industriales, entre ellos el director de la firma Krupp, el de la gigantesca sociedad marítima "Hapag" (Hamburgo-América), etc., etc. Cada uno de los seis bancos, desde 1895 a 1910, participó en la emisión de acciones y obligaciones para varios centenares de sociedades industriales, más concretamente, de 281 a 419*.
"La unión personal" de los bancos y la industria se completa con la "unión personal" de ambas con el gobierno. "Los puestos en los consejos de administración -- escribe Jeidels -- son confiados voluntariamente a personalidades de renombre, así como a antiguos funcionarios del Estado, los cuales pueden proporcionar no pocas facilidades (!!) en las relaciones con las autoridades. . . En el consejo de administración de un banco importante hallamos generalmente a un miembro del parlamento o del ayuntamiento de Berlín".
Los grandes monopolios capitalistas van surgiendo y desarrollándose, por decir así, a toda máquina, siguiendo todos los caminos "naturales" y "sobrenaturales". Se establece sistemáticamente una determinada división del trabajo entre algunos centenares de reyes financieros de la sociedad capitalista actual.