CAMILO
TORRES
Mensaje a los cristianos
Las convulsiones producidas por los acontecimientos políticos, religiosos
y sociales de los últimos tiempos, posiblemente han llevado a los creistianos
de Colombia a mucha confusión. Es necesario que en este momento decisivo
para nuestra historia, los cristianos estemos firmes alrededor de las
bases esenciales de nuestra religión. Lo principal en el Catolicismo
es el amor al prójimo. "El que ama a su prójimo cumple con su ley."
(S. Pablo, Rom. XIII, 8). Este amor, para que sea verdadero, tiene que
buscar eficacia. Si la beneficencia, la limosna, las pocas escuelas
gratuitas, los pocos planes de vivienda, lo que se ha llamado "la caridad",
no alcanza a dar de comer a la mayoría de los hambrientos, ni a vestir
a la mayoría de los desnudos, ni a enseñar a la mayoría de los que no
saben, tenemos que buscar medios eficaces para el bienestar de las mayorías.
Esos medios no los van a buscar las minorías privilegiadas que tienen
el poder, porque generalmente esos medios eficaces obligan a las minorías
a sacrificar sus privilegios. Por ejemplo, para lograr que haya más
trabajo en Colombia, sería mejor que no se sacaran los capitales en
forma de dólares y que más bien se invirtieran en el país en fuentes
de trabajo. Pero como el peso colombiano se desvaloriza todos los días,
los que tienen el dinero y tienen el poder nunca van a prohibir la exportación
del dinero, porque exportándolo se libran de la devaluación. Es necesario
entonces quitarles el poder a las minorías privilegiadas para dárselo
a las mayorías pobres. Esto, si se hace rápidamente es lo esencial de
una revolución. La Revolución puede ser pacífica si las minorías no
hacen resistencia violenta. La Revolución, por lo tanto, es la forma
de lograr un gobierno que dé de comer al hambriento, que vista al desnudo,
que enseñe al que no sabe, que cumpla con las obras de caridad, de amor
al prójimo, no solamente en forma ocasional y transitoria, no solamente
para unos pocos, sino para la mayoría de nuestros prójimos. Por eso
la Revolución no solamente es permitida sino obligatoria para los cristianos
que vean en ella la única manera eficaz y amplia de realizar el amor
para todos. Es cierto que "no haya autoridad sino de parte de Dios"
(S. Pablo, Rom. XXI, 1). Pero Santo Tomás dice que la atribución concreta
de la autoridad la hace el pueblo. Cuando hay una autoridad en contra
del pueblo, esa autoridad no es legítima y se llama tiranía. Los cristianos
podemos y debemos luchar contra la tiranía. El gobierno actual es tiránico
porque no lo respalda sino el 20% de los electores y porque sus decisiones
sales de las minorías privilegiadas. Los defectos temporales de la Iglesia
no nos deben escandalizar. La Iglesia es humana. Lo importante es creer
también que es divina y que si nosotros los cristianos cumplimos con
nuestra obligación de amar al prójimo, estamos fortaleciendo a la Iglesia.
Yo he dejado los privilegios y deberes del clero, pero no he dejado
de ser sacerdote. Creo que me he entregado a la Revolución por amor
al prójimo. He dejado de decir misa para realizar ese amor al prójimo,
en el terreno temporal, económico y social. Cuando mi prójimo no tenga
nada contra mí, cuando haya realizado la Revolución, volveré a ofrecer
misa si Dios me lo permite. Creo que así sigo el mandato de Cristo:
"Si traes tu ofrenda al altar y allí te acuerdas de que tu hermano tiene
algo contra ti, deja allí tu ofrenda delante del altar, y anda, reconcíliate
primero con tu hermano, y entonces ven y presenta tu ofrenda" (S. Mateo
v, 23-24). Después de la Revolución los cristianos tendremos la conciencia
de que establecimos un sistema que está orientado por el amor al prójimo.
La lucha es larga, comencemos ya... Camilo Torres Agosto 3 1965.
Tomado de: Camilo Torres: Liberación o muerte,
Instituto del Libro, La Habana, 1967. Camilo Torres
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