Perú 1942 - 1963

EL POEMA

1

    He dormido todo
    un año,
    o tal vez he muerto
    sólo un tiempo,
    no lo sé.
    Pero sé que un año
    he estado ausente,
    sé que un año he
    descansado,
    sé que en ese tiempo
    las moras y las frutas
    secaban sus raíces
    triturándolas
    de sabor y regocijo.
    Yo descansé
    en la sierra,
    y felizmente mi
    corazón no se secó
    con la humedad
    del llanto,
    no sollozó,
    no reclamó tristezas
    pasadas.
    Todo sucedía como
    siempre:
    y yo descansaba
    descansando,
    los trenes aún pesaban sus rieles,
    los barcos naufragaban
    tarde y anoche,
    muchos peces
    agotábanse en el mar.

2

    Pero ya estoy aquí.
    He vuelto sin embargo,
    con un raro sabor
    a tierra amarga,
    muchos sufrimientos
    tenía acumulados
    y es difícil olvidar
    en un año.
    Es difícil dejar
    todo abandonado,
    un año es siempre
    un año y nunca es suficiente.
    Es difícil dejar todo,
    pálidos arbustos
    cubren el corazón
    de odio,
    y arrancar es siempre
    dejar algo,
    un hueco,
    una raíz fina;
    el aliento
    del odio incansablemente
    habita
    en el corazón
    y en el sueño.

3

    Hoy he vuelto
    mis caminos.
    Partí hace ya
    un año.
    Todo  podría negarlo
    ahora:
    no sé si he nacido,
    no sé si he leído
    alguna vez un libro.
    Habre tal vez hojeado
    un verso de Salinas
    que hoy quiero olvidar.
    Un año nunca es suficiente
    cuando se desea el descanso.
    Si he nacido
    es porque he de acabar
    con mis huesos
    en el mar:
    (el mar lo lava todo,
    el mar cubre
    las hierbas y los pastos,
    él llena los corazones
    de sal y de tinieblas).
    Pero yo acaso ya he muerto,
    un año es siempre un año,
    realmente no he
    descansado nada,
    ¿o es que quiero
    volver a recostarme
    en el lecho
    del descanso, en donde
    en sueños escuchaba
    el rumor
    de las vertientes
    del otoño?

4

    He vuelto ya.
    Mamá, papá,
    he vuelto.
    Hermanos,
    aquí estoy
    como antes,
    cantando en
    las noches
    del invierno,
    con mi seco
    corazón
    de pan y piedra.
    Gustavo, tú
    has crecido.
    ¿Y ya no cuentas
    con los dedos,
    y ya no lees
    letra a letra,
    y ya no sueñas
    con los tigres
    y elefantes?
    Es cierto, padres,
    hermanos,
    aquí estoy.
    No sé‚ si he descansado,
    y es que en el camino
    encontré‚ un sauce que
    reía con el viento y
    con mis pasos,
    que reía con
    los dientes y las ramas,
    que reía de todo
    como un niño,
    y esto me ha
    hecho dudar.

5

    He estado un largo
    año tendido en
    la hierba del olvido,
    cubierto por
    las hojas del amor y
    del otoño.
    Ya he descansado
    un poco, lo confieso,
    yo partí sin despedirme,
    pero es que en mi corazón
    no cabían ya mis flores,
    en mi corazón no entraba
    ya el duro secreto de la vida.

6

    He vuelto lentamente
    ( Un poco de sueño
    es siempre necesario
    aunque sea corto como
    el silencio de las
    enredaderas).
    Por cada pueblo que pasaba
    de regreso,
    veía que sus puertas
    estaban abiertas
    para mí,
    que sus techos eran míos,
    que sus campos,
    sus oídos,
    todo me pertenecía.
    Yo caminaba y
    caminaba,
    no miraba atrás
    hacia mi lecho de hojas,
    un año es suficiente
    me decía,
    no es necesario morir
    mas si es que queremos
    abrir los brazos y decir:
    "hasta mañana, gracias,
    nada ha sucedido,
    y estoy como siempre
    entre los ríos,
    y estoy como nunca
    entre las piedras".
    Y seguía caminando,
    pensando en el pan
    caliente de la casa,
    saboreando el arroz
    preparado por mi madre,
    sintiendo a mi
    cama
    con
    sus
    sábanas
    felices.

7

    El canto de los
    ríos
    acompañaba a mis
    pies
    de tibio caminante,
    el río
    cantaba con mis brazos,
    en él
    yo miraba a la muerte y a
    la vida.
    Pero uno está siempre
    compuesto
    de un. trozo de muerte y de
    camino,
    y uno siempre es río,
    o canto,
    o lágrima cubierta.

8

    He vuelto. Dormí un
    largo año, descansé‚
    y estuve muerto, pero
    gocé de abril
    y de las flores blancas.

9

    Hoy he regresado por
    los campos,
    a ratos corriendo
    sofocado,
    a ratos descansando
    nuevamente al pie
    de un  árbol de
    hojas castañas.
    El sol arriba,
    (como siempre),
    entonando estruendosas
    canciones de triunfo
    o desafiándome a correr
    por todo el campo.
    Me detuve
    en las vertientes,
    hundía mis brazos
    en sus aguas,
    conversaba
    refrescando
    la cabeza.
    Y me vi de nuevo
    reflejado en
    el mar y aquí dudé
    de nuevo:
    yo no he sabido nada,
    todo un año he viajado
    por los pueblos
   de los sueños.
    no sé si soy tan sólo
    un muerto que golpea
    su cajón de asfixiado,
    no sé si en un pedazo
    de té pudiese recordar
    toda una vida perdida,
    pero sé que he estado
    dormido:
    un año es un siglo
    cuando es un año
    de sueños y de olvidos.

10

    No me reprochen nada
    si he estado ausente
    todo un largo racimo
    de días apretados,
    es porque supuse
    que nunca se puede
    vivir tanto,
    mis manos ya eran
    manos sólo para
    el clamor y el refugio.
    Yo construía mis
    grutas con mis ojos,
    y las uñas no existían
    para el pan ni para
    el trigo.
    Nunca sabré‚ si he
    descansado,
    saber no es suficiente,
    un año es siempre un año,
    pero sé que he dormido,
    y allí donde dormía
    las flores cubrían
    mi cabeza,
    y no me preocupaba
    ni del río ni del valle,
    ni del mar ni las arenas.
    Hoy vuelvo,
    hoy retorno
    después de un año,
    después de un año
    de descanso o
    de perenne viaje
    hacia la vida.
    Pero el viaje
    del descanso,
    o el viaje sin descanso,
    o el viaje y el descanso,
    todo es un alivio para
    mis ojos muertos.
    Hoy regreso con la duda
    y la palabra,
    hoy retorno con
    la dicha en la garganta,
    sin descanso o con descanso,
    pero sin nuevos sueños.
    Sin un nuevo suño
    que me obligue a
    retornar a mi lecho
    de hierbas y de flores,
    sin un nuevo y largo
    sueño,
    podré construir
    nuevas palabras,
    tal vez sonreiré
    con cara alegre,
    alguna vez saludaré
    a la vida,
    y esperaré
    a la muerte alegremente,
    con mi seco corazón.